lunes, 15 de junio de 2009

La farsa de Bours de su “caída” del caballo

Álvaro Cepeda Neri
Días antes de la ceremonia del Grito, el (des)gobernador, Robinson-Bours, la emprendió para Bacadehuachi, donde ordenó al presidente municipal que le organizara un homenaje. En los postres le obsequiaron un pastel con cuatro velitas, ya que el despótico y mal gobierno del ricachón avícola (en cuyos transportes de Bachoco los pollos, sin vísceras, van rellenos de cocaína) entró a su cuarto año e inicia el despeñadero con todo y las alforjas llenas (10 mil millones de pesos), endeudando a la entidad por cinco o más administraciones sexenales y que al irse le fincarán responsabilidades en un juicio político.

Cuando Robinson-Bours vio las velitas montó en cólera y echó mentadas a diestra y siniestra, llevándose la mayor parte el presidente municipal y aquello terminó con las amenazas del (des)gobernador para todos los que, queriendo quedar bien, salieron apaleados: ¡Cómo se atrevían a recordarle que ya está huyendo hacia delante! De ahí se fue para el Quiriego, donde, como Fox, construyó una hacienda porfirista con ribetes de las mansiones de los sureños esclavistas estadunidenses. Para desquitarse, con su ropa de vaquero, se puso a lazar vaquillas y a hacer alarde de su musculatura rechoncha.

Después agarró monte y se fue para su rancho cajemense, y luego a otro que tiene por Hermosillo. Aquí volvió a lazar vaquillas. Una de ellas lo arrastró para revolcarlo y exhibirlo como un torpe vaquero. Volvió al trance colérico, se puso más rojo que un chiltepín seco y, como faltaban unas horas para la ceremonia, ordenó a sus empleados que difundieran la noticia de que se había caído de un caballo cuando cabalgaba arriando gallinas y pollitos. En los medios de comunicación se difundió que Bours no asistiría a dar El Grito, porque estaba hospitalizado.

Se dijo, minutos antes de la ceremonia, que, en lugar de Robinson-Bours, daría El Grito el presidente municipal de Hermosillo, el último de los Gándara (apodado El Borrego) y a quien Bours incluyó en la lista de sus probables sucesores. Cuando los que estaban en el zócalo frente a Palacio esperaban a Gándara, el locutor anunció que, con todo y sus “cuatro” costillas rotas, se presentaba Bours. Éste hizo su aparición sin dar muestras de ninguna caída de caballo.

O sea que Robinson-Bours, mentiroso, inventó lo de su percance sanchopanzista (cuando monta, por lo regordete, chapito y mal encarado se parece a Sancho Panza montado en un burro) para dar un “golpe mediático”. Se quiso hacer el mártir. Los hermosillenses reunidos no se tragaron la farsa y le gritaron a coro majadería y media: “¡payaso!, ¡farsante!”. Me cuentan que cuando circuló lo de que estaba hospitalizado, no pocos pensaron que estaba accidentado de muerte. Otros, de plano, lo dieron por agonizante. Un paisano me llamó y me dijo: “Bours está muerto”. Lo cierto es que montó una farsa, una patraña. Fue, pues, un embustero.

http://www.sonora.contralinea.com.mx/archivo/2007/noviembre/htm/Farsa_caida_Bours.htm

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