lunes, 29 de junio de 2009

A Doscientos Pesos La Hora De Lealtad

Arturo Soto Munguia
La campaña interna del PRI ha trascendido al PRI.

Poca gente en Sonora desconoce que Alfonso Elías pretende ser impuesto como candidato del PRI, con los métodos más arcaicos que se recuerden.

Ha sido tan apabullante la propaganda gubernamental, tan evidente la movilización de personal y recursos del presupuesto estatal, que la palabra que mejor lo describe es: abuso. Y la gente no suele estar de acuerdo con eso.

Ni siquiera la gente como el anciano paupérrimo, jornalero que fue traído en un taxi desde algún campo de la Costa, con su muy demacrada esposa y su hijo, para engordar la porra de Alfonso Elías en el Centro Delta.

Desde luego, bajo la batuta de alegres y rozagantes muchachos, improvisados azuzadores de pequeñas multitudes de acarreados.

Los jornaleros se veían tan desamparados y sin fuerzas, que a duras penas resistieron de pie la jornada, recargados en un auto, harapientos y llenos de tierra, pero eso sí, con una camiseta roja, nuevecita, que prometía llevarlos "Al siguiente nivel" en letras blancas.

Muchos de esos apoyadores, abandonaron la plaza después de una hora. Para cuando acabó el debate, no había ni una tercera parte de la gente que llegó en camiones, vans y taxis.

El sol estaba duro, no había baños ni agua. Así que comenzaron a irse, dejando el mensaje de los doscientos pesos que les dieron, no alcanzan más que para hora y media de lealtad. Cuando mucho.

Adentro, el hombre al que vinieron a apoyar hablaba de la continuidad. Una oferta que no ha podido ser vendida al electorado, y no parece ser Elías el más convincente vendedor de siguientes niveles y proyectos ciudadanos.

Por eso, el primer debate dejó clara una cosa: Alfonso Elías no sólo es un hombre de pocas palabras. También es un hombre de pocas ideas. Su oferta es simple: gobernar como Eduardo Bours.

Pero, como en toda democracia que se respete hay quienes están de acuerdo, también los hay que no están de acuerdo. Por lo que las precampañas han dejado ver, la cifra de éstos últimos es la que ha crecido más en tres semanas.

Para convencer a esas personas que claramente han manifestado su desacuerdo, -y alguna razón tendrán para ello-, se necesitan palabras. Aún mas, se necesitan ideas.

Pero Alfonso Elías no tiene muchas palabras, y las que tiene no parecen alcanzarle para convencer a los potenciales votantes, de que sus ideas son propias. Más bien, mucha gente piensa que le han sido impuestas.

Y aquí hay que considerar que en la contienda interna del PRI, participarán no sólo los priistas, pues no se exige como requisito la militancia, sino sólo la credencial del IFE, vigente. Es decir, el auditorio al que hay que convencer se multiplica, sobre todo en sectores muy golpeados por la crisis, a los que no les late mucho eso de seguir de largo, y que no son solamente los jornaleros y pobrísimos hombres y mujeres con que le engordan el caldo de sus manifestaciones.

El auditorio incluye a muchísima gente con acceso a varios medios de comunicación, internet incluido; que no se va con esas fintas.

Para convencerlo a un auditorio como ese, hacen falta palabras, pero sobre todo ideas. Y la participación de Alfonso Elías en el debate fue más bien precaria en esos renglones. Quizá por eso no acudió por la tarde, a otro debate, convocado en el Centro de las Artes por una agrupación juvenil del Tec de Monterrey.

El desaire del precandidato oficial no cayó bien entre los Borregos, como paradójicamente les gusta que les llamen a los que integran esa notable comunidad, por cierto Alma Máter de Elías.

La situación para Alfonso no es sencilla ni cómoda. Sin muchas palabras y con pocas ideas, es difícil incluso entender la polarización que ha provocado, no tanto su figura, sino la forma en que pretende imponerse.

Algunos lo califican como exceso, otros lo definen como abuso, pero eso ya provocó rupturas o distanciamientos entre los liderazgos más importantes en el estado. Comenzando por los de Eduardo y Ricardo Bours, siguiendo por los sectores y organizaciones del PRI y alcanzando a la sociedad entera, que está muy atenta a lo que sucede en esta contienda interna.

Si Alfonso Elías pensaba que la bandera de la continuidad sería abrazada con delirio por los sonorenses, hace tiempo debió darse cuenta de que no es así. Tras el debate, a mucha gente le quedó claro que para legitimar una candidatura se requiere oficio político.

Pero precisamente ha sido la falta de oficio político lo que impide aún generar consensos en torno al precandidato oficial, y en cambio, sí ha provocado ya varios desencuentros importantes.

En todos y cada uno de los municipios, los mandos locales del PRI hace tiempo que comenzaron a resentir una polarización que alcanzó niveles tan violentos como los hechos de Cajeme, donde el actual dirigente local fue impuesto literalmente con ayuda de la Policía Municipal, en un zafarrancho que dejó los ánimos caldeadísimos.

El caso Cajeme es vital para entender la actual coyuntura. En él se decantan las pistas para suponer que la candidatura de Alfonso Elías no reunió los consensos necesarios, y que la oposición creció tanto, en tantos lugares, que ya hay serias dudas de que pueda ganar la elección interna, aún con todo el respaldo que abierta o soterradamente, se le esté inyectando desde el gobierno del estado.

Y aunque es mucho y puede comprar lealtades de doscientos pesos la hora, parece que hay otros, muchos otros, que no le van a entrar a esa subasta.

http://www.proximogobernador.com/columnaant.php?columnista=1&columna=212

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